En la aldea
26 abril 2024

Una de las tantas fotografías de las chichas tan populares en el Bulevar de Sabana Grande, y que se han hecho virales en las redes.

Chichanomics

La economía de “chucherías” se nutre, en buena medida, de las remesas de emigrantes y de la desacumulación de ahorros por parte de los venezolanos. Esto le servirá a algunos, pero no a todo un país, el cual se encuentra sumergido en una terrible miseria. ¿Hay bodegones? Sí. ¿Abunda el producto importado? Sí. ¿Hay colas para surtir gasolina? Sí. Para superar esta profunda crisis necesitamos un conjunto de políticas económicas coherentes y ambiciosas, requerimos tanto financiamiento externo como interno para fortalecer las cadenas de producción local, entre otras muchas cosas. En fin, necesitamos mucho más que colas en un puesto de chicha.

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Henkel García U. | 07 julio 2021

Hace unos días, en Twitter, se desató una ola de mensajes alrededor de un tuit que hacía entender que la economía estaba mejorando por las colas que se hacían para comprar chicha en un boulevard de Caracas.

Como suele suceder en redes sociales, los comentarios iban desde la indignación, pasando por la burla y otros que abordaron la idea desde aspectos más técnicos. Pero cabe preguntarnos si realmente la economía está mejorando y si lo hace, cuál es la dinámica y magnitud de tal mejoría. Claro, dudo que la respuesta vaya por el tamaño de las colas en determinados locales, porque de ser así Venezuela sería campeona, por muchos años, en materia económica.

Podemos atar el citado tuit con una entrevista que le hicieron al economista Omar Zambrano, la cual fue titulada, de forma pertinente, como “Ningún país se desarrolla vendiendo chucherías”. Esto a raíz del auge de bodegones y negocios afines. Entre otras ideas valiosas rescato que la venta de producto terminado de afuera no genera el valor y la riqueza necesaria para sacarnos del profundo foso en el que estamos. Esto no niega que ese tipo de actividades no genere algún valor, que su efecto sea nulo. Sí, genera algo, no tanto como el que se crea al agregar valor a lo largo de la cadena, pero, como dicen, peor es nada.

Esa economía de “chucherías” se nutre, en buena medida, de las remesas de emigrantes y de la desacumulación de ahorros por parte de los venezolanos. Puede, también, beneficiarse de actividades no lícitas, pero ese es otro tema que no voy a tratar. Ese juego tiene tiempo definido e implica un crecimiento limitado. Quizás estemos cerca de ese tope, quizás no, pero en algún momento llegaremos a él. Eso le servirá a algunos, pero no a todo un país, el cual se encuentra sumergido en una terrible miseria.

“De las tragedias, del sufrimiento se aprende, se crece, nos obliga a ver hacia lo más profundo de nosotros, nos despierta”

¿Hay bodegones? Sí. ¿Abunda el producto importado? Por supuesto, jamás pensé en comprar una Stella Artois en el supermercado que frecuento. ¿Hay colas para comprar en determinados locales? Claro, también para echar gasolina. ¿Es esto suficiente? No, para nada.

Como les adelantaba en marzo por acá mismo, la economía venezolana está creciendo, lo hace porque 2020 fue un año pésimo, por una cuarentena rigurosa y la escasez de combustible, sobre todo durante el segundo trimestre y esos efectos están más aliviados en lo que va de 2021. También juega un rol no despreciable la apertura económica que se remonta a 2018, lo cual ha permitido una mayor libertad empresarial. Pero la economía venezolana no va a retomar el nivel que tenía en 2019, que es la verdadera referencia que deberíamos tomar.

Para salir de este agujero necesitamos mucho más. Necesitamos un conjunto de políticas económicas coherentes y ambiciosas, requerimos tanto financiamiento externo como interno, nos hace falta un ambiente social y político más apropiado y armonioso, es indispensable que tengamos un mínimo de confianza en las personas que dirigen las políticas económicas y al país todo, estamos ávidos de enriquecedoras cadenas de producción local, solo para nombrar algunos aspectos. En fin, necesitamos mucho más que colas en un puesto de chicha.

El venezolano es hoy un ciudadano más consciente, se da cuenta de este tipo de manipulaciones y reacciona. De las tragedias, del sufrimiento se aprende, se crece, nos obliga a ver hacia lo más profundo de nosotros, nos despierta.

@HenkelGarcia

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