En la aldea
16 abril 2024

Seis ceros menos para una moneda sin confianza

Nueva reconversión, mismas autoridades, mismas instituciones deterioradas. La debilidad institucional es una de las causas de la debacle de nuestra moneda y de otros tantos males. ¿Un Banco Central con personas capaces y creíbles al frente podría ser un primer paso en la dirección correcta? Hoy en el país la mayor parte de las transacciones que se hacen en bolívares son para complementar pagos en dólares, y para cancelar el transporte público.

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Henkel García U. | 01 septiembre 2021

A partir de septiembre empezaremos a ver precios denominados en bolívares digitales, es decir, similares a los precios actuales pero más cortos, mucho más cortos. Por circunstancias de la vida, serán cerca de 4 veces los precios en dólares estadounidenses, la referencia más extendida a lo largo del país.

Sería nuestra tercera reconversión. La mayoría de la población venezolana ha vivido las únicas que hemos tenido, porque todas se han realizado en el chavismo. Estamos acostumbrados, ya sabemos buena parte de lo que viene, eso sí, a esta le paramos mucho menos porque lo nuestro, ahora, es el dólar: cuánto tenemos en dólares; cuánto nos pagarán en dólares; cuánto estamos gastando en dólares.

Medir la liquidez de dólares que circula no es un ejercicio sencillo, dado que casi su totalidad lo hace en efectivo. Pero nadie se asombraría ante la afirmación de que cerca del 80% – 90% de nuestra liquidez se encuentra en divisas, y el resto, en moneda local. Tampoco cuando les digo que la mayor parte de las transacciones que hacemos en bolívares son para complementar pagos en dólares, porque de contar con “sencillo” suficiente ni por equivocación utilizamos el bolívar.

Sí, esta reconversión es distinta, porque el bolívar ha sido desplazado como medio de pago, su rol como conservador de valor lo perdió hace unas décadas atrás.

Sin embargo, una medida de este tipo tiene que llevarse con el cuidado apropiado. El bolívar tiene poco uso, pero todavía tiene un rol, en particular para pagar el transporte público. Es poca la información emitida, y ya vemos actores económicos que no quieren aceptar la actual familia de billetes, cuando pareciera que la convivencia de la familia saliente con la entrante durará meses. La incorporación de las nuevas piezas será paulatina, y por otro lado hay que recalcar que no habrá ni monedas, ni mucho menos billetes para denominaciones por debajo de BsS.1.000.000, por lo que mantener la antigua familia será necesario y obligatorio.

“¿Qué debemos cambiar para contar con una moneda de la cual nos sintamos orgullosos?”

Es buen momento para desmitificar algunas ideas alrededor de la reconversión como medida. He oído que esto le abrirá paso a otro pico de hiperinflación, sospecho que basado en lo ocurrido con la que tuvimos en 2018. No, de haber una aceleración de la inflación poco tendrá que ver con la reconversión en sí. Algo similar pasa con sus posibles efectos sobre la economía real, su incidencia será nula. Lo que sí podremos hacer es manejar en nuestra cotidianidad, y en lo poco que utilizamos el bolívar, cifras menos escandalosas. Por allí las llaman ventajas “cosméticas”, y coincido, es más algo superficial que estructural.

Hay que aceptar que el bolívar no tendrá un rol protagónico por muchos años, si es que en algún momento puede recuperar ese estatus. Después de tantos años de inflación, depreciaciones y devaluaciones, el venezolano no tiene confianza en ella, tampoco la tiene en quienes formulan las distintas políticas económicas y menos aún en las medidas que han tomado.

Mucho ganaríamos con una moneda local que sea estable, que genere confianza. No la hemos tenido por décadas y entiendo a todos aquellos que piensan que no vale la pena rescatarla. Sin embargo, el margen de maniobra en política económica es mucho mayor al tener una moneda propia que al adoptar una como la nuestra. Esa “camisa de fuerza” autoimpuesta nos impediría movernos para bien o para mal.

Como ya lo he mencionado, pareciera que lo institucional también salpica la parte monetaria. La debilidad institucional es una de las causas de la debacle de nuestra moneda y de otros tantos males. Un Banco Central de Venezuela (BCV) con personas capaces y creíbles al frente podría ser un primer paso en la dirección correcta, aunque también debo decir que sería uno necesario pero, a todas luces, insuficiente.

Así que, nueva reconversión, mismas autoridades, mismas instituciones deterioradas. Poco cambia, lo que poco se modifica. Les dejo una inquietud:

¿Qué debemos cambiar para contar con una moneda de la cual nos sintamos orgullosos?

@HenkelGarcia

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